Hay una
cuestión interesante en apagar un cigarro, ¿no? La sensación de aplastar las
brasas, extinguir la flama, acabar con lo que uno ha consumido. Es mucho como
la vida, solo que de apagar un cigarro uno sale victorioso. Sigue ahí para ver
la ceniza, la mayor parte de las veces.
Ahí es cuando
la cuestión se pone complicada. Si uno no logra apagar la brasa, si sigue
echando humo después de aplastarla y reducirla, hay que casi quemarse los dedos
para que deje de ser.
Insisto, mucho
como la vida, o la muerte.
Escrito el 7/10/2015
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