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domingo, 6 de agosto de 2017

14-04-16

Nostalgia del que nunca será, del futuro deseado e imposible en las expectativas de una imaginación furtiva y desesperada, desesperando al pobre soñador de realidades emiferas de una fantasía que se desvanece en el despertar de la divagación momentánea.

13-10-16

- I want to love you until we die, maybe after that.
- Do you mean that? A death promise is not a light thing.
- Yes. I want to be there when you let go of your last breath the same way I desire your presence when I’m no longer bound to this… world.
- It’s rather a morbid thought.
- You love it.
- I do.
- As I was saying… I want to learn to love you as you get older and wrinkly, and dry and mean. I want to love you in your change, in your new beings.
- Let me tell you that your love confessions are the weirdest.

- Yeah. 

30-10-16

Si no puedo afirmar mi existencia en vida, ¿cómo puedo esperar que alguien lo haga por mi en muerte?

08-06-16

Shit’s going down, down, down. When they think one thing is solved, there is always something more to fix, to worry about. And it’s shit going down. My life’s going downhill and I can’t slow down the avalanche threatening to consume my back.

I hate myself for thinking that someone that’s far and away, is okay and safe. Everyone’s shits it’s always going down. The problem is when lives collapse one after another, altogether into themselves, upon myself as the spectator and the actor.

01-10-16

- … Y si empiezas a caminar por ahí encuentras cuerpos…
Su rostro se ensombreció al escuchar palabras de un ser tan pequeño.
-… Cuerpos colgando y… Huesos…
Continuó el pequeño ser, lentamente, saboreando el movimiento de su lengua con cada sonido.

- Después encuentras zapatos, siempre son lo que queda tras retirar los cadáveres.

10-10-16

Pour water on the sun
Or watch it burn down

Anyway we’re going dark

24-12-16

I’ve never made a choice
I’ve kept them all for my self,
my little cute bunch of possibilities
all far away from my reach,
far from temptation of a past I cannot change,
for I do not see the future,

not in the way I can conceive existence. 

Distress signal

It seemed like a distress signal,
coming from the far corners of the universe.
Perhaps another me, I thought as I sank back to sleep.
Maybe our thoughts are in sync,
of course they are in sync, I answered myself. If our thoughts weren’t in sync how would we know if we are the same person, I agreed.

So, perhaps it wasn’t another me, just a remnant of a thousand thoughts led far away from eternity.

- Written 24-12-16

domingo, 7 de mayo de 2017

Cats hunt

Cats hunt.
They always do.
And part of it is the way they play with the prey. I know that it’s partially because they do not need to hunt to eat, not being domestic, but still gets in me, in my little mind of a city person, whispering so my fears.
So I find the bird.
It’s dying, I know it. But I can’t kill it by twisting it’s neck, I might not even kill it and just end up making things worse.
I couldn’t bring myself to cut it in half with an axe, or even a knife. I couldn’t deal with the bloodshed.
So I talk to people and they give me advise.
In the end, the “best” I can do is to let it die in relative peace.
So I put a wooden tomato box in top of it to keep the cats away.
If I let the bird to its fate in the paws of the cats they would play with it rather than eat it.
Its death would still be wasted, its flesh rotting.
So I leave it there.
Dying.
Agonizing.
Alone.
Because of my fear.
It’s funny how I can distance myself from this by calling the bird an it, in Spanish you don’t have that liberty.
And I wait. I occupy my mind with other things, trying to keep this and other fears at bay.
Then I notice that the cats are inside the house.
They are no longer harassing the bird.
I should have moved faster.
I just kept waiting for death.
But in the end, death is not a noticeable thing for us living ( or those we think we’re alive), it is only after it happened.
Then I went to check on the bird.
It was stiff. Its legs stretched and immobile.
Dead.
And now I have a cadaver to deal with.

Inecuaciones

Estaban hablando de lo poco práctico que era para la vida real aprender cómo hacer inecuaciones.
Debían enseñar cosas útiles para la vida, habían acordado entre todos.
La profesora asintió desde una de las esquinas del salón, apoyada en la intersección con los brazos cruzados mientras escuchaba a sus estudiantes discutir.
Era la primera vez que ese curso discutía de forma civilizada, es decir, sin gritar o volverse ratas en coca.
Deberían enseñar cosas como cocinar, cómo hacer cosas de la casa, cómo usar herramientas, cómo arreglar cosas – había comentado una alumna – deberían enseñarnos a ordenarnos.
La profesora levantó una ceja a causa de esa última frase. Nadie en el salón la había cuestionado. Suspiró para sí, volviendo a fruncir el ceño mientras escuchaba. Tenía que obligarse a recordar dónde enseñaba.
Creo que deberían enseñar a ser mejores personas – comentó otra chica, su voz tan inocente como ignorante.
Ah, el comentario moralizante, pensó la profesora para sí.
Sí, creo que deberían enseñar a ser mejor persona – reforzó otra persona – No lo digo desde un punto de vista “cristiano” – continuó, mirando a la compañera que había hablado – Pero sí cosas como… verdades de la vida. Enseñarnos que nada es fácil, que vamos a tener que trabajar, que ni los amigos o las relaciones son para siempre… Que la muerte es segura.
Con ese último comentario oscuro la clase cayó en silencio.
La profesora suspiró. Se recostó en la silla y se sacó los tacones, dejándolos caer al suelo con fuerza. Sus pies enfundados en medias beige descansaron sobre el escritorio. Sabía que había más de una persona observando sus muslos, pero no le importó. ¿decoro?, se preguntó con ironía. Sacó su cartera y se puso a revolverla.
- La cosa es, niños, - murmuró mientras ponía un cigarro entre sus labios – es que siempre hablan de La verdad, ¿no? Cosa única, finita, inamovible, sólida y absolutamente innegable, pero… - murmuró, prendiendo el cigarro y dándole una bocanada inmensa – La verdad es flexible, dinámica… Creo que es una de las pocas cosas que la vida me ha enseñado. La verdad depende de quien la diga, quien la escucha, de quien la piense, de quien la escriba…. Pero… Bah… - gruñó amargamente – Al fin y al cabo, ustedes escogen si creerme o no.
La clase la miraba aterrorizada. Habían muchos con caras del terror más absoluto, unas cuantas que tosían, otros que sacaban sus propios cigarros, otros que sonreían.
- Profe, ¿qué está haciendo?  – preguntó la inocente.
La mujer dio otra quemada al cigarro, dejando que el humo quemara sus pulmones y acidificara su lengua.

- Renunciando. – contestó con una sonrisa, mientras botaba el humo espeso entre los dientes. 

16-09-16

It looked Green.
A foul dream in the mist.
The air was thin and cold.
Their lips in front of me.
They smiled.
The air was so thin.
I couldn’t reach for
their lips, that fragile
smile, closing the
dream upon me.
Everything was
green as the sun set.
Clouds and mist,
intertwined at the point
of being oblivious to
separation of concepts,
threatened
with eating my
ankles.
Screams of opera and the
music of carnival flooded
my mind as the memories
of some lips slips
from cognition.
Then the air turns
pink.
A translucent pink
mist that makes all things
seem harsher, sharper.
And I feel the need to
look for something I let
myself forget. It feels like
it was just one eternity
ago. It was something
green, among mist,
and hunger… and
nostalgia.
The pink of the snow,
the reflection of a dying

sun shines brighter. 

16/08/16

Tengo miedo, dijo mirando con un ojo el precipicio entre las palabras del libro que tenía enfrente; y con el otro mirando por la ventana a un horizonte indeterminado.

                - Tengo miedo –susurró- tengo miedo – repitió, con la voz temblorosa - …. de que todo esto me convenza de que el mundo es real y que pertenezco a él. 

Gala

Las copas chocaron.
Los lujos parecían ser algo imprescindible en este momento. Todo tenía que brillar, brillar tanto que disminuyera el brillo de los fuegos afuera.
Este era quizás el momento más hermoso de la historia humana.
Nadie nunca imaginó que la música sonaría tan alta. Los violines gritando a todo pulmón inexistente que el fin se acercaba y todos disfrutaban su melodía.
Los susurros de un nuevo orden se extinguían progresivamente, así como toda esperanza y todo deseo.
Solo se escuchaban recuerdos de viejas rivalidades contadas con cariño, como anécdotas de la infancia.
Sonrisas perfectas en emoción llenaban el salón. Piernas se entrelazaban en un baile que solo existía por el frenesí de la melodía, en la pasión de cuerpos rozándose con apenas una delgada tela entre ellos y mientras cientos de ojos se posaban sobre cada una de sus curvas humanas.
Entonces ella alzó el brazo y en su mano descansaba una copa de champagne. La formalidad dictaba cuantas burbujas subían a la vez, solo para reventarse un momento después.
Chocó un cuchillo – elegante, afilado, inmaculado – contra la copa.
Todas las miradas se posaron sobre ella, atentos a la gracia de sus movimientos. Los instrumentos pararon, primero los de viento, la percusión, y por último las cuerdas, poco a poco, una por una cerraron sus gargantas de crin.
Ella se levantó. Una sonrisa radiante sobre su rostro.
Había que celebrar.
Por fin había llegado el día. El día en que las distinciones ya no importaban. En que la mayoría era nada. En que ya no habían cúspides culturales, sin imposiciones morales.
El día en que ya no habían orgasmos intelectuales para correrse sobre la academia. Solo cuerpos, solo mentes. Solo un acto de empatía sobre entes libres de una dominación anteriormente intrínseca. Había llegado el día en que a nadie le importaba.
Ella sonrió de nuevo. Sus dientes torcidos más bellos que nunca, en un atardecer anaranjado y entre espectadores que le devolvieron la sonrisa, orgullosos.
 Se alzaron todas las copas, ella su epicentro.
- ¡Quizás este es el último año del mundo! – gritó, su lengua retorciéndose en carcajadas joviales, victoriosas.
Los demás la miraron con ternura mientras se unía con la masa.
- ¡Por el último año del mundo! – le corearon.
Tras el último sonido de sus gargantas tras beber – devorar, destrozar, consumir – la champagne. Tras la última copa resonar tras la colisión, tras el último golpe del reloj-

Tras todo eso observaron el cielo volverse púrpura, mientras el sol desaparecía, mientras la última bomba caía. 

Saxofonista en el tejado

Suele ocurrir en las tardes hasta media noche, o a veces, solo en esa hora del atardecer en la que el aire se siente liviano y la temperatura baja.
Lo que ocurre es que el aire se llena de melancolía, digo literalmente se llena de melancolía, llega a ser tangible. Fue en esos días en los que comprendía que la melancolía es un polvo fino que es transportado por el sonido, se pega a los pulmones como alquitrán.
Un músico vive cerca de la casa. Estoy segura que la música para él es un pasatiempo, pero eso no lo hace menos músico. Toca saxo en esas horas, quizás ese instrumento es la fuente del polvo acústico o quizás son sus dedos al tocar; no creo que pueda llegar a decidirme en ese asunto.
Digo que es músico de pasatiempo porque es evidente que está aprendiendo el saxo, no a tocarlo, sino de él. Además, solo toca fuera del horario de oficina.
He notado que siempre toca la misma parte de la canción, una y otra vez. No creo haberlo escuchado tocar una canción completa, solo notas largas de la parte más decadente de la canción que haya escogido para el día. Su música lleva el polvo melancólico a quien pueda oírlo. No sé si sea consciente del efecto que tiene en la gente.
Me gusta sentarme a escucharlo con un cigarro en la boca, y una pequeña sonrisa cada vez que se equivoca y vuelve a empezar.
Descubrí que se escucha mejor desde la ventana del segundo piso un día mientras hacía aseo.
Nunca he logrado verlo, quizás es un ella, quizás es ninguno o ambos, quizás es un niño pequeño; en lo que a mí respecta, quizás ni siquiera es humano.
Imagino una cara distinta cada vez que le oigo tocar.
Hay veces en las que, con un poco de suerte, miro el tejado y logro ver el polvo levantarse lentamente y al son del saxo. Al momento siguiente generalmente estornudo y me siento melancólica, o nostálgico, depende del día y la de la canción, a medias.
Como solo he visto su tejado, he llegado a pensar que es realmente el tejado el que toca el saxo, o que la o él saxofonista está sentado entre las tejas del lado de la casa que no logro ver, oculta por los árboles o el brillo del sol.

Cuando termina de tocar siempre es de manera abrupta, creo que se frustra. Casi llego a escuchar el estuche cerrarse, intentando aspirar el polvo dentro del tubo del saxo, pero siempre queda, al final, algo en mi garganta.

10/03/16

- ¿Sabes? He estado pensando…
- ¿Si?
- Sí, ese tipo de cosas pasan cuando repasas conversaciones pasadas en la cabeza y te das cuenta de cosas que querías decir.
- Se llama estupidez humana.
- Como ahora.
- Sí.
- (…)
- ¿Qué pensabas?
- En esa vez que dije que no conozco el amor.
- ¿Por no haber tenido pareja?
- En ese momento lo dije por eso, sí. Pero sí lo conozco de otros tipos, no románticos también.
- No, ¿en serio?
- No necesitas ser sarcástico. No es a lo que iba.
- ¿Entonces?
- Me hubiese gustado agregar a esa conversación que sí conozco el amor romántico, el tema es que no lo he conocido en su modalidad mutua.
- ¿Te las das de mártir?
- Sí, un poco. Pero a lo que voy es que sí he amado. No soy una perra de corazón frío. Conozco la ternura por una persona. Y generalmente estoy bien con ello, incluso con el deseo, hasta que llego al punto de amarlos de ese modo es traicionarlos, porque nunca les voy a decir. No creo haber sido deshonesta completamente, solamente omitía esos sentimientos: las ganas de abrazarlos y verlos felices, hacerlos felices, besarlos, acariciarlos. Es como triste.
- ¿No crees que es estúpido no haberles dicho nunca?
- Sí, pero no podía hacerles cargar con el peso de mis sentimientos.
- Qué tragedia…

- Nah…

10/05/16

- Sabes que haría cualquier cosa por ti, ¿cierto?
- ¿Me matarías? – preguntó.
- Depende… - suspiré
- Suicidio. – propuso.
- Mmm… - pensé – Si no puedo ayudarte a vivir… Sí, te ayudaría a morir.

- Gracias. – dijo sonriendo. Y me besó.

Quemando cuerpos

¿Qué haces? me preguntaron.
Sin alejar la vista de mi tarea, respondí a secas. Quemo cuerpos.
¿De quién? me volvieron a preguntar.
Las personas que fui y a las que dejé atrás, respondí.
Mis manos olían a gasolina. Quería ahogar mi mente en ella, o secar mi lengua en el humo.

Pero era yo quien permanecía ahí y los cuerpos eran los que se quemaban, desmembrados, y mi mente ahogaba.

2/06/16



Sometimes you’re sinking in deep shit, sometimes you’re just floating in it. 

2/07/16

Era tan simple, pero me emputesió. La imagen de un hombre abriéndose la cabeza y sangrando arcoíris.
Tan optimista, tan simple, tan bello.
No era el momento para el optimismo, no lo es. No aquí, no ahora.
No en el infierno en el que estoy.
Sé que es temporal. Sé que quien puso la imagen lo hizo con una buena intención, algo irónico, quizás.
Y estoy bastante segura de que si me abriera la cabeza, el cerebro no me sangraría arcoíris, sino brea, los restos cocidos, negros y putrefactos de mi cerebro tras todo lo que voy a tener que pasar.
Y quizás eso fue lo más terrible, el futuro imperante de la situación.
Estábamos hablando a futuro, adecuado, por cierto. Me enferma eso. Me irrita. Me enoja.
Odio dar por sentado, por cierto, lo que sea.
No puedo pensar a futuro porque no sé si voy a estar viva para ese momento no definido, ese horizonte borroso
Y por supuesto, pasó desapercibido. Enterrado bajo una pila de comentarios ligeros. Fue tomado como comedia, una sátira de la situación, una exageración como mucho.
Me aterra pensar en lo que pasaría se alguien conociera la sinceridad de mis palabras, de los comentarios fatalistas y de las frases cómicas depresivas, las declaraciones de suicidio y asesinato, de amor y odio. Pero por suerte nadie se fija en esas sutilezas del lenguaje, de una mirada rota y un suspiro al cielo.

O peor aún. Lo notan  y no lo cien, se lo guardan o lo dicen como un comentario ligero, una sonrisa leve o un comentario poético, aplastado por una conversación de grupo.

Susurros

Son los susurros, dijeron los susurros.
Son los que te vuelven loco, dijeron con una fina sonrisa.
Podía escuchar cómo la piel se partía al mover esos labios sin rostro.
Son los susurros, anunciaron un poco más fuerte.
¡Son los susurros! susurraron, alterados, mezclando las ondas que los componían.
¡Son los susurros! susurraron de nuevo, en mi oído, en mi cuello, sin aliento pero con todos los sonidos de una boca húmeda que no tenía por qué ser.
¡Son los susur-
¡Son los susurros! – grité - ¡Son los susurros! ¡Y las risas y las conversaciones y todo lo que no esté dentro de mi cabeza!
Los susurros susurraron.
Voces inconexas en una conversación ininteligible. Ruido.
¡Son las cosas dentro de tu cabeza las que te vuelven loca! susurraron en mi oído.
Tapé mis orejas para encerrar el sonido dentro de mi cabeza.
Prisionero de mis pensamientos, no se atrevería a susurrar de nuevo.
Son los susurros, susurraron a través de la nariz. Se me escapaban al respirar. Se escapaban junto al ruido de mis pulmones, a las palabras de mi boca.

No son los susurros, pronuncio, sintiéndome muerta, no, vacía por dentro.

07-09-2018

I feel bitter I feel like a dirty old rag that only bickers I should get that whiskey to feel as shitty as I deserve