Son los susurros, dijeron los susurros.
Son los que te vuelven loco, dijeron con una fina
sonrisa.
Podía escuchar cómo la piel se partía al mover esos
labios sin rostro.
Son los susurros, anunciaron un poco más fuerte.
¡Son los susurros! susurraron, alterados, mezclando las
ondas que los componían.
¡Son los susurros! susurraron de nuevo, en mi oído, en mi
cuello, sin aliento pero con todos los sonidos de una boca húmeda que no tenía
por qué ser.
¡Son los susur-
¡Son los susurros! – grité - ¡Son los susurros! ¡Y las
risas y las conversaciones y todo lo que no esté dentro de mi cabeza!
Los susurros susurraron.
Voces inconexas en una conversación ininteligible. Ruido.
¡Son las cosas dentro de tu cabeza las que te vuelven
loca! susurraron en mi oído.
Tapé mis orejas para encerrar el sonido dentro de mi
cabeza.
Prisionero de mis pensamientos, no se atrevería a
susurrar de nuevo.
Son los susurros, susurraron a través de la nariz. Se me
escapaban al respirar. Se escapaban junto al ruido de mis pulmones, a las
palabras de mi boca.
No son los susurros, pronuncio, sintiéndome muerta, no,
vacía por dentro.
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