Pasa a veces, que
las sombras nos persiguen
avanzan con
nosotros, siempre por detrás.
Criaturas inmateriales
que voluntad obligan
a apresurar el
paso, un susurro al cuello.
Peligroso es cuando
las sombras toman cuerpo
cuerpos gruesos y
más tangibles de lo que la realidad acomoda.
Cuando esos susurros
llevan aliento,
murmurados
llevándote al impasse
frente a tu portón.
El cuerpo reacciona
rápido, la alerta
gobierna, controla,
dicta.
Todavía no estoy
seguro si el temblor
de mis manos
mis pies
mis pensamientos
es parte de mi
emergencia
o es efecto,
manifestación del poder
de la sombra.
Me siguió, claro,
desde el negocio de la esquina.
Es fácil, porque
aquí gobiernan las sombras de umbra
y las flores
nocturnas, no hay escudo más perfecto.
Son sus pasos,
lentos acordes de piano marcando mi ruta
siempre un poco,
oh, solo un poco detrás.
Solo después que
cierro el portón, la puerta, el ventanal, mi vida, mi cabeza
dejo de temblar,
olvidando su presencia
Créeme, oh, créeme,
que no siempre las guaridas son seguras
porque poco a poco,
oh, tan poco
escucho su
respiración desde mi ventana.
Escrito 08-12-17
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