Nombre que se siente extraño en mi boca, mi lengua no conoce tu
reverencia.
Voy rodando cuesta abajo en el mundo en que aprendo a vivir, estar,
esistir.
El momentum se acumula para dejarme chocar con las paredes del camino,
las casas, los padres, los que creen tener poder sobre mí, comandándome
desacelerar y los que ofrecen su ayuda, alzando manos para atraparme, solo para
ser arrollados.
Pero oh… No. Soy víctima y fruto de la gravedad a este punto.
Kintuante, ¿eres pendiente, inclinación…?
Necesito raíces que anclen freno, que se extiendan como tus ríos allá en
el sur, venas de tu gente.
“Newen”, eso es lo que necesito para frenar la caída.
Pero oh… No. No puedo invocar tu nombre en búsqueda del sentimiento.
En cambio, me siento aquí: intrascendente winka usando palabras que se
deforman en músculo lingual atrofiado, novicio en disciplina, con ojos tintados
de noches sin luna, de insomnio siempre presente.
No tengo dios ni teoría para tacharte de mitología,
solo mis espectros y fantasías
que susurran a mi oído
que escuche tu fluir.
- Escrito para la clase de Subalteridad y Escrituras Creativas
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